Comenzamos el día con un cómodo trayecto de 90 km hasta una famosa finca rusa, Karabikha, que perteneció al famoso poeta ruso Nikolay Nekrasov, y que ahora es una residencia campestre de la familia noble maravillosamente conservada.

Echaremos un vistazo en busca de inspiración poética y entraremos para ver exposiciones únicas de la historia de la familia. Seguiremos cuarenta kilómetros más hasta Rostov el Grande, otro de los lugares rusos declarados Patrimonio de la Humanidad.

Rostov es una pequeña y acogedora ciudad sacada de un cuento de hadas ruso, con un enorme número de lugares de interés cultural e histórico (¡más de trescientos!). El Kremlin de Rostov representa el típico Kremlin de la Rusia baja; la catedral principal, la de Uspensky, se construyó en los sangrientos tiempos de Iván el Grande; los murales e iconos de la catedral recuerdan aquellos oscuros tiempos de la historia rusa, a pesar de los apacibles y maravillosos paisajes que la rodean.

La noche del séptimo día es muy especial. Visitamos la finca de una noble familia rusa con una historia que se remonta seis siglos atrás. Lo más importante es que la familia sigue siendo propietaria de la finca, un hecho que parece obvio hasta que se piensa que durante la Revolución todas las propiedades revirtieron a manos del Estado. Será una gran historia, y estamos deseando contársela, mientras disfrutamos del privilegio de una cena de gala y quizás algún baile bajo el viejo techo. Alojamiento: Hotel boutique Selivanov 4*.