Más de cien años más antigua que Moscú, un auténtico guiso de culturas tártara y eslava hacen de la capital de la República de Tatarstán un tesoro por explorar.
Con sus calurosos veranos, minaretes musulmanes y monasterios ortodoxos, antiguos yacimientos arqueológicos y la ciudad científica de Innopolis, hay algo para todos los gustos en este asombroso lugar. Situada entre estepas boscosas y vastas extensiones de taiga, y atravesada por la Gran Ruta de la Seda, la capital tártara es realmente una fascinante mezcla de lo familiar y lo exótico.
Reciba un golpe de cultura en el Centro Ermitage-Kazan o empápese del ambiente local en el Mercado Central. Y, por supuesto, no se olvide de la comida tártara: echpochmak, smetannik, peremyach, bokkan y baursak, ¡no puede dejar de probarlos!